
Y es que, ¿Cuántas veces, anterior y actualmente, habíamos visto actuar con esa rapidez y determinación a Felipe Calderón? Pero claro, si uno de los occisos se trataba de nada más y nada menos que de su amigo del alma, el tal Mouriño, como no habría de actuar de esa forma, ni que fuera cualquier hijo de vecino. Sin embargo algo me decía, que los resultados preliminares que se iban y han obtenido de las investigaciones no los debía de creer del todo; pero como buen representante de esta nación, la desmemoria y desinterés en el tema, me llevaron a preocuparme por cosas más triviales.
Pero cual va siendo mi sospecha al checar las noticias del día de hoy y encontrarme que un tal Emiliano, testigo protegido de la operación limpieza, denunció al hoy occiso José Luis Santiago Vasconcelos como uno de los protectores de los hermanos Beltrán Leyva, sí el mismo que hasta antes de su muerte se desempeñaba en algo así como el zar antidrogas región 4, menudo problemón en el cual se encontraban los cárteles de la droga en el país si con la módica cantidad de 35 millones de dólares recibían la protección de Santiago Vasconcelos.
Pero esto me provoca más sospechosismo del normal, ya no por perder la confianza en las autoridades mexicanas, creo que nunca la he tenido, sino por las conjeturas a las que me ha llevado dicha noticia. La primera tiene que ver con el famoso avionazo del 21 de noviembre del año pasado, en donde surge nuevamente la duda, de que si realmente dicho percance se suscitó por fallas técnicas o humanas y en realidad se trató de un atentado.
La segunda es sobre la operación limpieza, la cual por los resultados obtenidos anteriormente apuntaban a un solo lado o persona, Genaro García Luna, al cual Calderón se ha empeñado en defender; entonces esta declaración hace que los reflectores giren de con García Luna, para ahora apuntar al que tal vez pueda convertirse en el nuevo chivo expiatorio de esta operación limpieza y de la guerra contra el crimen organizado. Al fin y al cabo de Santiago Vasconcelos muerto está.
Después de esto confirmo que Albert Plá nunca ha tenido más razón que en aquella frase que dice: Un político muerto, un político…menos.